Para poder dar la lucha contra éste sistema depredador, todo México nos estamos poniendo en pie de lucha, organizándonos pueblo y trabajadores para tomar el poder.
Hoy nos reunimos en tres frentes: movimientos sociales, sindicatos unidos y un frente electoral.
A construir el instrumento político para la liberación de l@s trabajador@s y el pueblo
Las reformas neoliberales, la
pobreza, la inseguridad, la destrucción ambiental y la entrega del país
a los potentados nativos y extranjeros, no se detendrán si no echamos
del gobierno y el poder a los responsables de la catástrofe que
padecemos.
Conscientes de tal situación, desde
nosotros, herederos de quienes resistieron la conquista española, las
invasiones europeas y yanquis; desde los descendientes de las mujeres y
los hombres que marcharon con Cuitlahuac, Cuauhtémoc, Canek, Hidalgo,
Leona Vicario, Josefa Ortiz, Morelos, Guerrero, Álvarez, Juárez, Magón,
Carmen Serdán, Villa y Zapata; desde el movimiento social de los
trabajadores, de las comunidades migrantes y los pueblos originarios, y
de la mano con las ciudadanas y los ciudadanos que así lo decidan,
vamos a conformar una fuerza política que organice la lucha por echar
del gobierno y el poder político, económico y social a los grandes
burgueses, a sus partidos y sus socios imperialistas que saquean
nuestros territorios y explotan y humillan a nuestro pueblo.
Desde ahí, los abajo firmantes convocamos a formar un movimiento político de naturaleza partidaria que apuesta a un cambio pacífico, en el marco de los derechos que nos reconoce el Artículo 39 Constitucional y en el contexto de las tradiciones forjadas en las guerras por la Independencia y la Revolución Mexicana. Queremos un cambio que haga posible la restitución de la legalidad constitucional, la recuperación de las fuerzas productivas de la nación y la liquidación del régimen oligárquico, a fin de garantizar la democracia desde el pueblo, la soberanía nacional, la justicia y la libertad.
Desde ahí, los abajo firmantes convocamos a formar un movimiento político de naturaleza partidaria que apuesta a un cambio pacífico, en el marco de los derechos que nos reconoce el Artículo 39 Constitucional y en el contexto de las tradiciones forjadas en las guerras por la Independencia y la Revolución Mexicana. Queremos un cambio que haga posible la restitución de la legalidad constitucional, la recuperación de las fuerzas productivas de la nación y la liquidación del régimen oligárquico, a fin de garantizar la democracia desde el pueblo, la soberanía nacional, la justicia y la libertad.
¡Abajo el mal gobierno! ¡Cerremos el paso a la implantación de la dictadura civil!
El gobierno de Felipe Calderón
nació de un fraude electoral, de un golpe de estado técnico en el que
se confabularon el Tribunal Federal Electoral, el Poder Legislativo, el
Poder Judicial, un sector de las fuerzas armadas, la oligarquía
mexicana, la Casa Blanca y las empresas extranjeras.
La instalación del gobierno del
fraude aceleró los planes de implantación de la dictadura civil en
nuestro país. Actualmente los usurpadores gobiernan al margen y en
contra de la Constitución. El estado de derecho prácticamente ha sido
suprimido, ninguno de los poderes públicos se rige conforme a la Ley.
Las garantías de los pueblos originarios y los derechos humanos son
pisoteados. En fin, bajo la usurpación se fomenta la violencia, el
caos, la inseguridad y el desorden público.
Los bienes de la nación son
asaltados y repartidos entre los cómplices de Felipe Calderón.
Petróleo, electricidad, minas, redes de fibra óptica, obras públicas,
agua, gas, minas, bancos, comercio, tierras, centros ceremoniales
milenarios, playas, fondos de pensión, presupuestos educativos,
biodiversidad y todo aquello que pueda dejar alguna ganancia ha sido
saqueado a través de procesos de privatización ilegales, contraviniendo
los Artículos 3º, 27º, 28º y 123º de la Constitución.
El usurpador es socio y empleado de
oligarcas, políticos y empresas trasnacionales como Iberdrola, Repsol,
Halliburton, Scotiabank, Goldcorp Inc., Carlos Slim, Emilio Azcárraga,
Salinas Pliego, Germán Larrea, Lorenzo Servitje, Asunción
Aramburozabala, Carlos Salinas de Gortari, Diego Fernández de Ceballos,
Elba Esther Gordillo y otros de la misma calaña.
Es el principal ejecutor de la
guerra declarada por la Casa Blanca contra sectores de la delincuencia
organizada que no dependen directamente del Departamento de Estado, la
CIA y el Pentágono. Esta guerra persigue, entre otros objetivos: la
militarización del territorio mexicano y la conversión de las fuerzas
armadas nacionales en fuerzas de ocupación extranjera; la legitimación y
legalización de la injerencia permanente de la policía y los ejércitos
estadounidenses en asuntos de seguridad nacional y la disputa por el
control de los recursos políticos y económicos derivados de las
actividades ilícitas, a fin de financiar y alentar actividades
terroristas y desestabilizadoras.
En poco más de 3 años de gobierno
usurpador, el panorama es desolador: el número de pobres creció en 10
millones; los ingresos de trabajadores y capas medias disminuyeron en
casi un tercio; los nuevos desempleados aumentaron en 3 millones, en
tanto 7 o más millones de jóvenes carecen de empleo y de la oportunidad
de asistir a la escuela. Al mismo tiempo, las bases naturales,
económicas, jurídicas y culturales en que se sustentan las posibilidades
de desarrollo nacional continúan involucionando. La dependencia
alimentaria, el despojo de los bienes nacionales y la desarticulación
sistemática de todo proyecto o propuesta de soberanía económica,
política y cultural, nos condenan a vivir en situaciones de pobreza,
inseguridad, discriminación y explotación, semejantes a las vividas en
épocas de servidumbre y dictadura abierta.
La recuperación económica anunciada
por el gobierno no detendrá el crecimiento de la pobreza y el
desempleo, mientras tanto los más ricos verán crecer sus fortunas y su
impunidad. Incluso, debemos tener en cuenta que la reanimación de la
economía será débil y dará paso a un largo periodo de estancamiento de
la producción agravando la crisis social y todos los problemas del
pueblo y la nación.
En el centro de esta ofensiva se
encuentran las conquistas y los más elementales derechos de la clase
trabajadora. En su desesperada búsqueda para recuperar y acrecentar sus
ganancias, la burguesía ha emprendido una feroz batalla para reducir
el salario real, incrementar los ritmos y la jornada de trabajo,
precarizando la mano de obra, eliminando los derechos de huelga,
jubilación y de sindicalización. Las agresiones a los sindicatos
mineros, electricistas, huleros, entre muchos otros, constituye una
agresión sin precedentes a la autonomía de las organizaciones
sindicales democráticas. La sentencia aprobada por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación —en respaldo y aprobación del Inconstitucional
decreto de extinción de la empresa pública Luz y Fuerza del Centro
(LyFC) y del ilegal despido de los 44 mil trabajadores afiliados al
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)—, es una de las más bárbaras
demostraciones de esta tendencia.
La liberación de los presos de
Atenco es la excepción que confirma la regla; que ha sido ratificada
por las resoluciones de la Suprema Corte y el poder judicial en los
casos de Cananea, la Guardería ABC, y Pasta de Conchos, entre muchos
otros.
En esa cruzada antinacional todos
los poderes formales, el ejecutivo, el legislativo y el judicial;
además de los informales, las jerarquías eclesiásticas y los medios de
comunicación masiva están a su completa disposición.
Mientras tanto, el desastre
nacional sigue avanzando, los principales grupos oligárquicos ligados
al PRI, al PAN y a sus partidos satélites libran una guerra sin cuartel
por el botín que representan el erario público y lo que nos queda de
patria.
En tal situación, las direcciones
políticas de la izquierda liberal progresista y moderada agrupadas en
el PRD, PT y Convergencia, han permanecido en el ámbito puramente
electoral, esperando cada 3 o 6 años, según sea el caso, para disputar
el gobierno. Su lejanía de las luchas del pueblo es mayúscula.
Enredados en las disputas palaciegas, atrapados en sus altos salarios y
prebendas han tendido, en la mayoría de los casos, a convertirse en
comparsas del régimen oligárquico olvidándose del pueblo, de sus
necesidades y penurias.
A tal grado llega su extravío que
pactan alianzas con los traidores a la patria, con los enemigos de los
trabajadores, con los asesinos del pueblo, con priístas, panistas,
verdes o elbistas. Tan sólo sea para ocupar un puesto o espacio dentro
del régimen, pretextando luchas contra cacicazgos malos o, de modo más
perverso aún, sugiriendo que las alianzas con el PAN y Calderón
persiguen evitar la restauración del autoritarismo. Lo cual supone que
México ya transitó a la democracia, que ya no existe el régimen
oligárquico y, lo más descabellado, que los gobiernos panistas son
respetuosos de la ley, tolerantes y hasta democráticos. Cuando en
realidad las diferencias entre los partidos de la oligarquía sólo son
de grado: entre quienes son los más bandidos, los más sanguinarios, los
más racistas, los más explotadores, los más traidores a la patria, los
más serviles al imperialismo y a las trasnacionales.
Por si fuera poco, a los problemas
de la nación debemos sumar los del mundo. Nuestro país ocupa un lugar
central en las estrategias de poder del principal imperio del planeta.
Sus planes de ocupación y saqueo de nuestro territorio, se conectan con
iniciativas de cerco militar y económico a la revolución bolivariana y
cubana; con la cooptación de los gobiernos nacionalistas y socialistas
de Latinoamérica y el Caribe, para detener el ALBA y otros proyectos
de integración que limitan la influencia estadounidense. Así, la
Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, la
Iniciativa Mérida, el Plan Colombia, las bases militares en Centro y
Sudamérica, la invasión de los territorios palestinos, de Irak,
Afganistán y Paquistán, y la que preparan en contra de Irán y Corea del
Norte, son parte de un mismo plan de control y saqueo de bienes
naturales y explotación de los pueblos.
Violación sistemática de las
libertades democráticas, recolonización de nuestros territorios y
crisis económica se conjugan en el régimen oligárquico; en la
dominación de 30 familias asociadas al imperio yanqui y las
trasnacionales europeas y asiáticas. Esas familias junto a sus socios
extranjeros constituyen el enemigo principal del pueblo de México, de
sus comunidades y pueblos originarios. Desalojarlos de la conducción de
la economía y del estado es la única posibilidad que tenemos de
revertir el desastre neoliberal; de recuperar una parte de lo robado,
de restituir la legalidad constitucional y de solucionar las
necesidades de los trabajadores del campo y la ciudad; de los pueblos y
nacionalidades indígenas, de los pequeños y medianos empresarios, de
las mujeres.
¡Construyamos el instrumento de lucha política de los movimientos sociales y del pueblo de México!
El creciente autoritarismo, la
imposibilidad de resolver los conflictos sociales a través de los
mecanismos institucionales, la perversión del sistema partidista, la
inexistencia de una organización política representativa del pueblo,
hacen indispensable que los mexicanos pasen de las luchas inmediatas y
sectoriales a la lucha política abierta organizando una nueva fuerza
política basada directamente en los movimientos sociales, en las
comunidades y en los ciudadanos y ciudadanas, sin falsos representantes
de por medio. Con un proyecto democrático nacional de perfiles
clasistas y populares, consecuente y congruente, para desde ahora, sin
esperar a los “tiempos políticos” que el propio sistema marca, combatir
con efectividad al régimen dictatorial y sus comparsas.
Nada de lo antes señalado puede
hacerse realidad si no vamos construyendo la condiciones del transito
de la resistencia civil pacifica a la desobediencia civil y política.
No podremos avanzar en nuestros objetivos sin la organización de la
desobediencia a las resoluciones tomadas por la Suprema Corte y los
demás poderes públicos. Sin desobediencia activa sin resistencia a la
dictadura en marcha no podremos restituir la Legalidad Constitucional
que, en entre otras cosas presupone: la recuperación irrestricta de la
Industria Energética Nacionalizada; la puesta en marcha de políticas
que garanticen la soberanía alimentaria y la justicia social en el
campo; una agresiva defensa del medio ambiente y de lucha en contra del
cambio climático; el cabal respeto a los derechos y culturas de los
pueblos y naciones originarias; la aplicación plena del derecho a la
Educación Pública, Gratuita y Laica; el ejercicio franco de la
totalidad de nuestros derechos laborales; el goce de nuestro Patrimonio
Cultural y Arqueológico; al desarrollo amplio de la Investigación
Científica y Tecnológica; el derecho a la vivienda amplia, digna,
higiénica, en un entorno democrático y de convivencia social; el
ejercicio pleno de los Derechos Políticos y Libertades Democráticas; el
retorno inmediato del ejército a sus cuarteles y el castigo ejemplar a
los torturadores y violadores de derechos humanos.
Nuestro movimiento se propone
participar directamente en las trincheras donde se libran las batallas
por las reivindicaciones económicas, sociales y democráticas inmediatas
de la gente, de los trabajadores, campesinos, estudiantes, mujeres,
indígenas y pobladores, con el objetivo de contribuir a la unidad
contra el enemigo principal. Para tal fin, es necesario destacar las
reivindicaciones históricas nacionales, democráticas y sociales, sin
menoscabo de las demandas particulares. Sólo de esta manera podremos
enterrar la calamidad neoliberal que azota al país desde hace décadas y
construir una sociedad con justicia, democracia y libertad; un poder
social basado en la organización y la participación democrática de la
gran mayoría de la sociedad.
Así es como pensamos extender la
lucha del pueblo a todos los ámbitos de la vida económica, cultural y
política. Arrebatarles las instancias de decisión y revolucionarlas.
Con esos objetivos de por medio participaremos en las luchas gremiales,
comunitarias, de jóvenes y mujeres; en las luchas electorales, en la
defensa de los derechos humanos, de la madre tierra, de sus fuentes de
agua y el aire, procurando ser fieles a las causas más sagradas de los
mexicanos.
Estamos convencidos que la lucha
por el nuevo gobierno y el nuevo poder presupone el impulso decidido a
la organización y movilización de todos los pueblos, comunidades,
organizaciones locales y regionales, sindicales, sociales y políticas,
por más modestas que éstas puedan ser o parecer, para la construcción
de un Congreso Social que pueda avanzar hacia un Nuevo Constituyente;
es decir, hacia una nueva representación nacional popular que sea la
expresión del el bloque social, de la nueva mayoría que desplazará a
los neoliberales.
A partir de esos procesos es como verdaderamente se construirá el poder popular y social que habrán de reemplazar al viejo y anacrónico régimen político de las elites oligárquicas.
A partir de esos procesos es como verdaderamente se construirá el poder popular y social que habrán de reemplazar al viejo y anacrónico régimen político de las elites oligárquicas.
De esta manera, en la primera etapa
de construcción de nuestra fuerza política haremos énfasis en los
aspectos del programa que tienen que ver con la naturaleza de la crisis
histórica que vivimos y con las alternativas que ofrecemos para
enfrentar el desastre nacional y el drama social que padecemos. Todos
los componentes de nuestra plataforma democrático-nacional serán
enfatizados desde el cuestionamiento al sistema capitalista y las nuevas
formas de colonialismo que ha engendrado. En ese contexto asumiremos
nuestras tareas internacionalistas, de hermanamiento con los pueblos de
Nuestra América y con las clases trabajadoras y los pueblos del mundo.
En fin, aspiramos a ser uno de los espacios donde todas las expresiones de la lucha social se encuentren y adquieran la forma de insurgencia civil y popular. Deseamos ser un lugar de anticipación del nuevo proyecto de nación que hace de la lucha por la democracia popular, la justicia social, la soberanía nacional, la liberación nacional y el socialismo su compromiso cotidiano.
En fin, aspiramos a ser uno de los espacios donde todas las expresiones de la lucha social se encuentren y adquieran la forma de insurgencia civil y popular. Deseamos ser un lugar de anticipación del nuevo proyecto de nación que hace de la lucha por la democracia popular, la justicia social, la soberanía nacional, la liberación nacional y el socialismo su compromiso cotidiano.
Perfil de la nueva fuerza política
Queremos ser vistos como una fuerza
política de naturaleza partidaria radicalmente diferente a los
partidos institucionales. Una organización de izquierda novedosa, en
contrapunto de la descompuesta clase política y la “izquierda”
decadente y de componendas, con arrastre en la sociedad civil en
general, en la opinión pública y, sobre todo y ante todo, entre los de
abajo.
Proyectamos un movimiento político
autónomo, con vida y dirección propia, independiente de los partidos y
agencias del régimen oligárquico. Capaz de superar el viejo lastre de
la dependencia hacia los caudillos y las formaciones burguesas
liberal-progresistas o socialdemócratas. Con las cuales, No obstante,
bajo ciertas condiciones y sin renunciar a nuestro proyecto emancipador,
haremos alianzas para enfrentar al enemigo principal: la oligarquía y
el imperialismo, pero nunca más como clientelas o subalternos, sin
programas políticos propios, condicionados por las migajas que suelen
ofrecer. En todo momento, haremos patente el derecho de los
trabajadores y el pueblo a dirigir la nación y a construir un mundo
apegado a sus necesidades y aspiraciones.
Por lo tanto, nuestra fuerza
política estará delimitada y definida con claridad en cuanto sus
objetivos, sus principios, sus normas, sus protagonistas, su estructura
organizativa inicial y el carácter militante de sus miembros. Donde
las formas organizativas y sus contenidos culturales y programáticos
irán tomando cuerpo con el desarrollo del proyecto, a contracorriente
de procedimientos autoritarios. Somos un proceso que pone por delante
su proyecto de nación, sus objetivos estratégicos a partir de la
realidad actual, ajeno a definiciones ideológicas dogmáticas y
comportamientos doctrinarios.
Un movimiento político
consecuentemente de izquierda, con base de masas, a escala nacional,
con presencia e influencia en todos los órdenes de la vida social,
abierto a la más amplia participación popular, sin afanes
vanguardistas.
Nuestra fuerza política nace desde
los movimientos reales de trabajadores del campo y la ciudad, desde las
resistencias cotidianas de ciudadanos y ciudadanas. Se trata,
entonces, de un proyecto político que surge de las resistencias
ciudadanas y de los movimientos sociales, no corporativo, basado en la
integración individual y consciente.
Luchamos por el protagonismo del
pueblo, de sus dirigentes obreros, comunitarios y civiles que habrán de
convertirse, según Lenin, en “caudillos de la nación”.
Asumimos la necesaria unidad de los
objetivos y principios con la práctica política. Para nosotros la
dimensión ética es fundamental. En el nuevo proyecto no tienen cabida
corruptos, arribistas y trepadores. Se trata de dejar muy claras las
bases éticas y la congruencia del proyecto, para prevenir, en la medida
de lo posible, desviaciones y el alejamiento de las bases, sus
intereses y sus luchas.
Como anticipación de la nueva
sociedad que anhelamos, nos proponemos decir la verdad, aunque nos sea
adversa; ser honrados; percibir salarios de trabajador cuando se nos
encomiende trabajar en un puesto de representación o en alguna
actividad política especial; desarrollar el espíritu de servicio y
cuidar los bienes de las organizaciones del pueblo y de la nación. El
control colectivo de los recursos será riguroso, al igual que la
evaluación sistemática de nuestras iniciativas y actividades. La
critica y la autocritica irán de la mano del compañerismo y el respeto a
los compañeros y compañeras. Las practicas y expresiones sexistas y
racistas deberán ser superadas en las filas de nuestro movimiento.
El nuevo movimiento asumirá todas
las formas de lucha reconocidas por la Constitución, ya sean
extrainstitucionales o institucionales. En todo momento, nuestros
métodos y formas de lucha buscaran trascender de forma sistemática los
límites del régimen político oligárquico, cuestionando las actuales
reglas del juego y sin subordinarse a los aparatos o franquicias
políticas.
¿Quiénes convocamos a la fuerza política y cómo se construye?
Somos dirigentes y activistas de la
clase trabajadora, de comunidades indígenas y campesinas, de
colectivos estudiantiles, de mujeres, de grupos religiosos, de
organizaciones civiles, de minorías sexuales y de organizaciones
revolucionarias de la izquierda mexicana, entre otras, que aspiramos a
construir un nuevo liderazgo político.
La integración de organizaciones de
la izquierda revolucionaria no desnaturaliza el perfil de movimiento
político basado preferentemente en organizaciones sociales. Para que su
integración proceda deberán iniciar un proceso de disolución sin
menoscabo de su participación en todo el proceso de organización y
elaboración de la línea política general y las normas estatutarias.
Nuestra fuerza política se
compondrá de comités de base, sectoriales y territoriales en todo el
país: municipios, comunidades, barrios, centros laborales, escuelas,
sociedades civiles, cooperativas y ligas deportivas, por mencionar
algunos espacios. La práctica del colectivismo será ley tanto en las
instancias de base como en los comités regionales, estatales y de
conducción nacional, cuyos integrantes serán elegidos por las
instancias y asambleas respectivas. La división del trabajo estará
asentada en procesos de formación integral de todos los militantes. El
desarrollo permanente de las capacidades comunicativas, productivas,
administrativas, políticas, físicas, artísticas y culturales será una
tarea básica y de la más alta consideración entre nosotros.
La incorporación a la nueva fuerza
política será a titulo personal. La militancia es libre e individual.
El vínculo con las organizaciones civiles, comunitarias y sociales que
apoyan su formación es fundamental, sin que ello implique la
subordinación de una instancia a otra. Cada una tiene sus ámbitos de
competencia e instancias de decisión específicos.
La fuerza política de los
trabajadores y el pueblo es una iniciativa que desata el Sindicato
Mexicano de Electricistas, con el respaldo y la participación de otros
gremios y organizaciones sociales y políticas. Para la elaboración de
los documentos fundacionales y la construcción de las primeras
estructuras nacionales, se integrará una comisión promotora nacional,
en la que estarán representadas las promotoras estatales. Esta comisión
consensuará la ruta y los preparativos para la realización del
congreso constitutivo.